A principios del mes de septiembre el Papa Francisco estrenó un sorprendente coche nuevo: un viejo Renault 4 de color blanco, fabricado en 1984 y con 300.000 kilómetros sobre sus ruedas.
No es que el Papa sienta aversión por los coches oficiales pero desde la llegada de Francisco al Vaticano los fabricantes de modelos más económicos ganan terreno. En la noche de su elección, Francisco volvió a Casa Santa Marta en el microbús que utilizaron los demás cardenales. El Mercedes negro blindado que le esperaba a la salida se volvió tal y como llegó: sin el Papa.
El plantón se reprodujo a la mañana siguiente cuando Francisco prefirió realizar su primer trayecto en coche como Papa en el Volkswagen de la Gendarmería Vaticana, un coche más discreto. Desde entonces ha usado los coches más modestos del parque móvil. Al aeropuerto de Ciampino llegó en un Ford Focus y en la JMJ de Río el monovolumen Fiat Idea de color plateado con las ventanas abiertas. Con los papamóviles, en cambio, Francisco sí que ha preferido por norma general utilizar el Mercedes-Benz de Clase G. Tiene la cabina abierta y eso le permite descender a saludar a la gente.
'Falta uno ahí atrás que me llamaba' Aunque parezca paradójico los coches más caros son los que han costado menos al Vaticano. Las compañías se lo regalan por evidentes motivos y no sólo los coches. Hasta Harley-Davidson entregó dos motocicletas a Francisco en la peregrinación de 'heavy bikers' del pasado junio.