Francisco reflexionó sobre el paso del Evangelio que narra la curación milagrosa del hijo de la viuda de Naín y volvió a llamar la atención sobre la indiferencia.
FRANCISCO
“Muchas veces miramos los noticieros o las portadas de los periódicos, las tragedias... 'Mira, en ese país los niños no tienen comida, en ese país hay niños soldados, en ese país las mujeres son esclavizadas, en ese país... ¡Cuántas calamidades! Pobre gente'. Y paso la página y paso a la novela, a la telenovela que viene después. Y esto no es cristiano”.
El Papa concluyó pidiendo a los cristianos que se examinaran sobre su capacidad de compadecerse, de sufrir con los demás.
EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA
“La compasión es un sentimiento que implica, es un sentimiento del corazón, de las entrañas, involucra todo. No es lo mismo que la “pena”, o… “¡qué pecado, pobre gente!”: no, no es lo mismo. La compasión compromete. Es “padecer con”. Esto es la compasión. El Señor se compromete con una viuda y con un huérfano… Pero dime, tú tienes a toda una muchedumbre aquí, ¿por qué no hablas a la gente? Deja… la vida es así… son tragedias que suceden, suceden… No. Para Él era más importante aquella viuda y aquel huérfano muerto, que la muchedumbre a la que le estaba hablando y que lo seguía. ¿Por qué? Porque su corazón, sus vísceras se implicaron. El Señor, con su compasión, se ha interesado en este caso. Tuvo compasión”.
“Acercarse y tocar la realidad. Tocar. No mirarla desde lejos. Tuvo compasión – primera palabra – se acercó – segunda palabra. Después hace el milagro y Jesús no dice: ‘Hasta la vista, yo prosigo el camino’: no. Toma al muchacho y ¿qué dice? ‘Lo devolvió a su madre’: restituir, la tercera palabra. Jesús hace milagros para devolver, para colocar en su propio lugar a las personas. Y es esto lo que ha hecho con la redención. Tuvo compasión – Dios tuvo compasión – se acercó a nosotros en su Hijo, y nos restituyó a todos nosotros la dignidad de hijos de Dios. Nos ha recreado a todos”.
“Muchas veces miramos los telediarios o la primera página de los periódicos, las tragedias… pero mira, en aquel país los niños no tienen qué comer; en aquel país los niños son soldados; en aquel país las mujeres son esclavizadas; en aquel país… oh, ¡cuántas calamidades! Pobre gente… Giro la página y paso a la novela, a la telenovela que viene después. Y esto no es cristiano. Y la pregunta que yo haría ahora, mirándolos a todos, y también a mí mismo: “¿Soy capaz de tener compasión? ¿De rezar? Cuando veo estas cosas, que me las llevan a casa a través de los medios de comunicación… ¿mis entrañas se mueven? ¿Mi corazón padece con aquella gente, o siento pena, digo ‘pobre gente’, y así?… Y si no puedes tener compasión, pedir la gracia: ‘¡Señor, dame la gracia de la compasión’”!