El 6 de septiembre de 2015 el Papa pidió a todos los católicos de Europa que acogieran al menos a una familia de refugiados.
FRANCISCO
â?Que toda parroquia, que toda comunidad religiosa, que todo monasterio, todo santuario de Europa acoja a una familiaâ?.
Los voluntarios de la parroquia de San Frumenzio, en Roma, fueron unos de los primeros en acoger a refugiados tras las palabras del Papa. Han convertido en tarea fácil el proceso de acogida con su pionera iniciativa.
San Frumenzio es actualmente la casa de dos refugiados que pidieron asilo. Uno de ellos viene desde Mali, tuvo que atravesar el desierto hasta llegar al mar y subirse a una embarcación que le llevara a Italia.
'Vengo de Mali. Tuve que pasar por Burkina, Libia, y por Italia. Llegué hace dos añosâ?.
Cuando llegó a Roma, Cáritas le ofreció techo en la parroquia de San Frumenzio, con ayuda de los voluntarios está aprendiendo a vivir una vida normal.
Su día a día es igual que el cualquier otra persona. Cocinan, limpian, rezan, disfrutan de la ciudad y asisten a clases...
Roberto de Bello es el coordinador de los voluntarios de la parroquia. Dice que su trabajo es ayudar a los refugiados en su transición a una vida normal en una ciudad europea.
ROBERTO DEL BELLO
Coordinador voluntarios, San Frumenzio
'Contamos con un grupo de voluntarios que los ayudan a conocer el italiano, les animan a hablar y a integrarse en su nueva vidaâ?.
'Dan clases de italiano, uno de ellos ha ido a clases de cocina y ha aprendido a hacer pizzas y ahora tiene un diploma. Sabemos que no es fácil conseguir un trabajo, ni para los italianos, así que se encontrarán con obstáculos, pero es el camino que deben tomarâ?.
Para cumplir con el deseo del Papa Francisco, muchas parroquias han hecho pequeños, pero significativos, cambios en sus estructuras. Anna Clara Martino, de Cáritas Roma, cree que esta es una prueba de la generosidad de todos los voluntarios.
ANNA CLARA DE MARTINO
Cáritas Roma
'Las parroquias no están estructuradas para tener a gente viviendo en ellas. Muchas, como esta, se han tenido que amueblar de nuevo para poder acoger a sus huéspedes. Esto requiere tiempo, a veces meses, dinero y un cambio estructural importante. Todas las parroquias han cubierto los gastos, su generosidad ha sido excepcionalâ?.
El futuro de estos refugiados es incierto. Muchos de ellos se encuentran en procesos judiciales para formalizar su situación como solicitantes de asilo. Todo lo que los voluntarios pueden hacer ahora es ayudarles a vivir una transición lo más suave posible y esperar que puedan llevar una vida normal cuando dejen la parroquia.
AG / AQ
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