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El papa llegó a la basílica de Notre Dame de la Garde, cerca del puerto viejo de la ciudad. Para los marselleses es un lugar de referencia. Es conocida como la “Madre Buena”, ya que históricamente ha sido un símbolo de esperanza y protección para marineros, pescadores y habitantes de la ciudad.
En la basílica, Francisco fue recibido por el cardenal Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella. Caminaron juntos por el pasillo central entre los cantos del coro.
Tras unos momentos de oración ante la estatua de María, el papa pronunció su primer discurso público del viaje. Estaba ante el clero de la diócesis de Marsella. Se centró en lo que llamó las "dos miradas": la primera de Jesús sobre todos los hombres y la segunda de hombres y mujeres sobre Jesús. Animó a los religiosos presentes en su papel de llevar la mirada de Jesús a todos.
FRANCISCO
Que encuentren los heridos por la vida un puerto seguro, una acogida. Un puerto seguro en vuestra mirada, ánimo en vuestro abrazo y una caricia en vuestras manos capaz de enjugar sus lágrimas. A pesar de las muchas preocupaciones cotidianas, os lo ruego, no restéis calor a la mirada paterna y materna de Dios.
El Papa añadió que una parte clave de la mirada de Jesús es el perdón radical de los pecados.
FRANCISCO
Es hermoso hacerlo otorgando su perdón con generosidad, siempre, siempre, para soltar a través de la gracia a los hombres de las cadenas del pecado y liberarlos de obstáculos, remordimientos, rencores y miedos contra los que no pueden prevalecer solos.
Al terminar el papa y los centenares de personas presentes recitaron una oración a la Virgen.
AT
JRB
