La comunidad de Maskwacis, a 70 kilómetros de la ciudad canadiense de Edmonton, tiene un nombre cree que significa “colinas del oso”. Allí, el Papa llegó al son de tambores a la iglesia Nuestra Señora de los Siete Dolores.
Le recibieron el párroco y varios ancianos de las Primeras Naciones, los métis y los inuit. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, también estaba allí. Francisco rezó en un cementerio cercano a una escuela residencial. En ellas, algunos miembros de la Iglesia católica cometieron abusos. El cementerio cuenta con lápidas sin nombre de niños que murieron allí.
Los jefes indígenas agradecieron al Papa Francisco su visita, mostraron una pancarta con más los nombres de más de 4.000 niños muertos en las escuelas residenciales e hicieron una danza de sanación.
Después habló el jefe Wilton Littlechild. Estudió en una escuela residencial y formó parte de su Comisión por la Verdad y la Reconciliación.
Francisco habló de los zapatos que le regaló un grupo de indígenas en su visita al Vaticano para pedirle que viajara a Canadá. Representan a los niños que nunca volvieron a su casa.
FRANCISCO Me pidieron que devolviera los mocasines cuando llegara a Canadá. Los traje. Y lo haré al terminar estas palabras, y quisiera inspirarme precisamente en este símbolo que, en los meses pasados, reavivó en mí el dolor, la indignación y la vergüenza.
El Papa pidió de nuevo perdón y lamentó que hubiera católicos que, en vez de vivir el Evangelio, se doblegaran ante las lógicas colonialistas de los Estados.
FRANCISCO Estoy profundamente dolido: pido perdón por la manera en la que, lamentablemente, muchos cristianos adoptaron la mentalidad colonialista de las potencias que oprimieron a los pueblos indígenas.
El Papa Francisco devolvió a una reconocida cantante indígena los mocasines que las delegaciones canadienses le regalaron en el Vaticano y que fueron una petición a que realizara este viaje penitencial.
Rodrigo Moreno Quicios
