Durante la audiencia general el Papa recomendó aprender a releer la pripia vida.
Dijo que “acostumbrarnos a hacer este ejercicio de lectura de la propia vida, y también contar nuestra historia a otras personas, son instrumentos muy valiosos para el discernimiento. Por un lado, nos ayudan a reconocer los “mensajes tóxicos” que nos hacen mal —como pensar que “no valgo nada”, que “todo me sale mal” o que “nunca haré nada bueno”— y, por otro, nos van afinando la mirada interior para poder percibir la presencia de Dios en nuestra vida”.
Queridos hermanos y hermanas:
En las catequesis anteriores hemos visto que la oración, el conocimiento de uno mismo y el deseo son elementos indispensables para el discernimiento. Hoy agregamos otro elemento importante: la historia de la propia vida.
Podemos decir que nuestra vida es como un libro que vamos escribiendo cada día, y cuando nos detenemos a “releer” el camino que hemos recorrido —tanto los momentos de “consolación” como de “desolación”— descubrimos la acción de Dios, que obra discreta y silenciosamente en nuestra propia existencia.
Acostumbrarnos a hacer este ejercicio de lectura de la propia vida, y también contar nuestra historia a otras personas, son instrumentos muy valiosos para el discernimiento. Por un lado, nos ayudan a reconocer los “mensajes tóxicos” que nos hacen mal —como pensar que “no valgo nada”, que “todo me sale mal” o que “nunca haré nada bueno”— y, por otro, nos van afinando la mirada interior para poder percibir la presencia de Dios en nuestra vida.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. El próximo domingo celebramos la Jornada Mundial de las Misiones. Recemos especialmente por los misioneros y las misioneras que, enviados a distintas partes del mundo, escriben con sus propias vidas una historia de amor al servicio del Evangelio. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias