Donald Trump ha regresado a la Casa Blanca cuatro años después. Tras ganar las elecciones, comienza ahora el que será su último mandato como presidente de Estados Unidos.
En cuanto a la composición del Congreso en este nuevo periodo, en términos religiosos, los datos distan bastante de lo que es la realidad social del país.
Según el Pew Research Center, en Estados Unidos, el 28% de la población no está afiliada a ninguna religión. Pero si se mira al Congreso, casi todos los miembros practica alguna.
De hecho, casi 9 de cada 10 parlamentarios y senadores se identifica como cristiano, aunque la gran mayoría son protestantes. En cuanto a los católicos, son un 29% de la Cámara y un 24% del Senado.
Además, la presencia católica en las filas de Trump es fuerte. Su número dos y vicepresidente es un católico converso. Se bautizó en 2019 y se posiciona en contra del aborto y el matrimonio homosexual.
También el líder republicano tiene designado al que será su embajador ante la Santa Sede. Es el líder de CatholicVote, uno de los grupos de defensa católica más grandes del país.
Se llama Brian Burch y ha cuestionado algunas de las decisiones del papa, como el documento que habla de la bendición a parejas del mismo sexo. Dijo que crea “confusión” y que será el próximo pontífice el que “aclare” lo sucedido.
Por su parte, Francisco ha hecho un movimiento significativo en Estados Unidos. Nombró al cardenal McElroy arzobispo de Washington. El prelado fue crítico en el primer mandato de Trump con la idea de una campaña de deportación masiva de inmigrantes.
En cualquier caso, las relaciones entre Estados Unidos y el Vaticano son más que cordiales. Francisco recibió a Trump en 2017. Y, a pesar de mostrar su desacuerdo, sobre todo, en política migratoria, el papa le aseguró en una carta oraciones y bendiciones. Trump es ya el presidente número 47 de Estados Unidos.
CA