El documento final se centra en la necesidad de promover una conversión sinodal en la Iglesia.
Para eso, a nivel institucional, se pide fomentar la transparencia y la rendición de cuentas. Que los obispos se esfuercen en escuchar más a sus fieles. Se recuerda que en la Iglesia la toma de decisiones corresponde a ellos pero se dice que no ignoren el resultado de las consultas que hallan realizado.
Se insiste en que la dimensión jerárquica de la Iglesia es esencial. Pero se anima a reflexionar en cómo esta se conjuga con la sinodalidad. Como dijo Francisco en 2015, durante el 50 aniversario de la constitución del Sínodo de Obispos.
FRANCISCO
La sinodalidad, como dimensión constitutiva de la Iglesia, nos ofrece el marco interpretativo más adecuado para comprender el mismo ministerio jerárquico.
En ese sentido se pide una revisión del Código de Derecho Canónico en clave sinodal y que a los seminaristas se les forme en sinodalidad.
Por otro lado se sugiere mayor contacto entre los propios miembros de la Iglesia. Por ejemplo, que haya más relación entre distintos movimientos, congregaciones u organizaciones católicas para evitar que se encierren en sí mismas y que aprendan a apreciar la diversidad.
El papel de la mujer en la Iglesia fue el más discutido de todos los 155 puntos. Se pide permitir y fomentar el acceso de la mujer a aquellos lugares de la Iglesia previstas por el Derecho Canónico pero por otro lado se dice que el llamado “ministerio diaconal” para las mujeres es una cuestión abierta. El papa parece dispuesto a estudiar que haya un diaconado femenino que no implique ningún tipo de ordenación.
Producto del sínodo ha sido la creación de 10 grupos de estudio y otras dos comisiones que están profundizando en algunas cuestiones que emergieron durante las asambleas.
JRB
