Francisco fue directo y claro ante las autoridades belgas. Trató sin tapujos algunos problemas que afectan a la Iglesia.
Su discurso incluyó casi dos minutos de improvisación. Los dedicó a la lacra de los abusos en la Iglesia. En Bélgica, desde 2012, se han presentado más de 700 denuncias.
Y hace algunos meses, el papa expulsaba del sacerdocio al obispo emértio de Brujas. Fue declarado cumplable de abusos.
FRANCISCO
Aguno me dice: “Santidad, piense que, según las estadísticas, la inmensa mayoría de los abusos se producen en las familias o en el barrio, o en el mundo del deporte, en la escuela”. Uno solo es suficiente para avergonzarse, y en la iglesia tenemos que pedir perdón por eso, y que otros pidan perdón por su parte. Esta es nuestra vergüenza y nuestra humillación.
Pero los abusos sexuales no son el único tema del que habló el Papa.
En 2023, una investigación estimó que, a mitad del siglo XX, algunas monjas belgas estuvieron implicadas en la «adopción forzosa». Los datos hablan de casi 30.000 niños. La mayoría eran mujeres solteras. Sus padres querían mantener su embarazo en secreto. Entonces, les quitaban al recién nacido sin su consentimiento y se lo entregaban a otra familia.
FRANCISCO
En esas espinosas historias, se mezclaba el fruto amargo del crimen y el delito con lo que, por desgracia, era el resultado de una mentalidad prevalente en todos los estratos de la sociedad, hasta el punto de que quienes actuaban de acuerdo con ella creían en conciencia que estaban haciendo el bien, tanto del niño como de la madre.
Antes de concluir su discurso a los líderes políticos, el papa les instó a aprender de la historia de Bélgica para no repetir los mismos errores.
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TR: CA
