Tras celebrar la misa crismal en la mañana del Jueves Santo, el papa se desplazó a una cárcel de mujeres de Roma.
Allí presidió otra Eucaristía, la de la Última Cena del Señor, y, como suele hacer tradicionalmente, lavó los pies a 12 reclusas.
CA
Tras celebrar la misa crismal en la mañana del Jueves Santo, el papa se desplazó a una cárcel de mujeres de Roma.
Allí presidió otra Eucaristía, la de la Última Cena del Señor, y, como suele hacer tradicionalmente, lavó los pies a 12 reclusas.
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