Por quinto año consecutivo, Francisco estuvo presente en la misa del Domingo de la Palabra de Dios, una celebración que instituyó él mismo en 2019 para promover la lectura de la Biblia.
En su homilía, el pontífice habló de tantos santos a los que el Evangelio les cambió la vida, como Santa Teresa del Niño Jesús o San Francisco de Asís. Dijo que hay que leer la Palabra y rezarla atentamente, como hicieron ellos, para entender lo que Dios quiere de cada uno.
FRANCISCO
Tantas veces oímos la Palabra de Dios, y nos entra por un oído y nos sale por el otro. Quizá porque, como muestran estos testimonios, no debemos ser "sordos" a la Palabra. Este es nuestro riesgo: abrumados por mil palabras, dejamos que la Palabra de Dios se nos escape: la oímos, pero no la escuchamos; la escuchamos, pero no la guardamos; la guardamos, pero no nos dejamos provocar al cambio.
Por eso, el papa planteó algunas preguntas a los fieles, como, por ejemplo, el tiempo que dedican a diario a profundizar en la Biblia o si tienen una a mano. Francisco también se lamentó por las personas que, a pesar de ser creyentes, no han leído nunca, al menos, un evangelio completo.
FRANCISCO
Muchas veces he aconsejado tener siempre a mano el Evangelio contigo, en el bolsillo, en el bolso, en el móvil. Si Cristo me es querido más que ninguna otra cosa, ¿cómo puedo dejarle en casa y no llevar su Palabra conmigo? Y una última pregunta: ¿he leído completo al menos uno de los cuatro Evangelios? El Evangelio es el libro de la vida, es sencillo y breve, y sin embargo tantos creyentes nunca han leído uno desde el principio hasta el final.
Durante la celebración, el papa confirió dos ministerios, el del Lector y el del Catequista, a 11 laicos provenientes de distintas partes del mundo: Bolivia, Chad, Corea del Sur, Antillas, Alemania y Brasil.
CA