El dicasterio para la Doctrina de la Fe confirma lo que hace años señaló el exprefecto Gerhard Müller en esta rueda de prensa en 2016: que las cenizas de los difuntos se deben conservar en lugares sacros, principalmente en los cementerios, antes que en jardines o casas privadas.
CARD. GERHARD MÜLLER
El cuerpo de una persona fallecida no es propiedad privada de los parientes. Un muerto es hijo de Dios, forma parte del Cuerpo de Cristo, del Pueblo de Dios. Por esto no tenemos ritos privados para despedir a los fallecidos sino una celebración pública.
El actual prefecto, Victor Manuel Fernández, ha señalado que la autoridad eclesiástica podría evaluar algún cambio en casos muy particulares. Por ejemplo, si la familia del difunto pide que las cenizas se depositen en un lugar significativo de su historia a condición de que sea un espacio sacro y de que sea una mínima parte de los restos mortales.
El prefecto ha publicado esta afirmación como respuesta a una duda de la archidiócesis de Boloña, en Italia. Su obispo, el cardenal Matteo Zuppi, ha señalado al dicasterio de la Doctrina de la Fe que está aumentando el número de personas que en su diócesis opta por la incineración y la dispersión de sus restos en la naturaleza.
Ante esa duda la respuesta del Vaticano ha sido recordar la vigencia del documento publicado en 2016, cuando el prefecto era Müller. En él se insiste en no realizar ese tipo de prácticas para evitar que la fe venga interpretada como algo panteísta.
TR: JRB