Por primera vez en la historia un cardenal se sentó en el banquillo de los acusados ante un tribunal formado por laicos.
Fue una decisión tomada por Francisco en un ademán de transparencia. Hizo todos los cambios necesarios en la legislación para que se realizase. Sin embargo, esta decisión tuvo consecuencias.
ANDREA GAGLIARDUCCI
ACI Stampa
Es imprudente desde muchos puntos de vista, aunque hay que tener en cuenta que el cardenal Becciu es una parte marginal en todo este juicio. La imprudencia no es tanto el cardenal sino cómo se realizó todo este juicio. Porque por un lado hay un cardenal que puede desvelar secretos pontificios. Y sabemos que el papa le dio el permiso aunque si él mismo tenía dudas de si hacerlo o no.
Ya sea imprudencia o ejemplo de transparencia, lo cierto es que el juicio permitió entrar en entresijos de la maquinaria vaticana hasta ahora desconocidos.
FAUSTO GASPARRONI
Agencia ANSA
Hubo asuntos muy interesantes que salieron a la luz.
El hecho de que en ciertas situaciones la Santa Sede se ha movido para conseguir la liberación de religiosos secuestrados en zonas de guerra o secuestrados por grupos islamistas. Esto es algo sobre lo que nunca se había puesto el foco.
El cardenal Becciu era el número tres del Vaticano. Al examinar su conducta y a dónde destinaba dinero de la Santa Sede se reveló, por ejemplo, cómo desde Roma se intentó conseguir la liberación de una religiosa colombiana, Gloria Cecilia Narváez. A esta misionera la habían secuestrado en Mali y no fue liberada hasta cuatro años después. Pero este no fue el único de los temas desvelados.
FAUSTO GASPARRONI
Agencia ANSA
Salió, por poner un ejemplo, que con el Obolo de San Pietro se pagó al abogado americano que defendía a la Santa Sede en procesos de pedofilia en los Estados Unidos.
Por otro lado se puso de manifiesto cómo los controles internos activados a lo largo de los últimos años en el Vaticano permitieron frenar operaciones financieras sospechosas. Estas iban a ser llevadas a cabo desde la Secretaría de Estado.
ANDREA GAGLIARDUCCI
ACI Stampa
Para mí lo más importante ha sido que la Secretaría de Estado no se ha tratado como un órgano de gobierno sino como una parte más de una empresa. Se ha dado la paradoja de ver cómo la que muchos llaman banca del Vaticano, el IOR, no solo niega al gobierno central de la Santa Sede recibir financiación, una ayuda que se le había pedido, sino que incluso lo denuncia a la autoridad suprema. Esto crea un problema a nivel estatal.
Andrea Gagliarducci y Fausto Gasparroni han sido de los periodistas que más de cerca han seguido el día a día de este proceso en el que Becciu no fue el único que se sentó en el banquillo. Compartió asiento con otros empleados del Vaticano y de intermediarios financieros acusados de malgastar los fondos del Vaticano o directamente de estafar a la Santa Sede.
En todo caso se trata de un proceso que, los periodistas aseguran, ha demostrado las carencias en el Vaticano, tanto a nivel judicial como Estatal aunque al mismo tiempo podría servir para actualizarlas en el futuro.
JRB