Tras la vigilia ecuménica los participantes en el sínodo se desplazaron a la localidad de Sacrofano, cerca de Roma, con la idea de permanecer allí haciendo ejercicios espirituales hasta la tarde antes de que comience la asamblea.
El objetivo es prepararse interiormente a ese evento mundial. Las predicaciones se dejaron a cargo de dos personas: el padre Timothy Radcliffe y una mujer, la benedictina madre Angelini, que abrió el retiro espiritual.
JRB