Francisco quiso lanzar un contundente mensaje a la cultura de la indiferencia con el último evento especial del jubileo.
La majestuosa basílica de San Pedro se llenó de miles de personas sin techo, sin trabajo, marginados. Personas que viven en la calle durmiendo entre cartones.
FRANCISCO
'Es grave que nos acostumbremos a este descarte. Es necesario preocuparse, cuando la conciencia se anestesia y no hace caso al hermano que sufre al lado, o a los problemas serios del mundo que terminan convirtiéndose en estribillos ya escuchados en los noticierosâ?.
El Papa señaló que la cultura del bienestar se ha degradado. Se busca el bienestar personal, no el ajeno, y las consecuencias son dolorosas.
FRANCISCO
'Así nace la trágica contradicción de nuestro tiempo. Cuanto más aumentan el progreso y las posibilidades, lo cual es bueno, hay más personas que no pueden acceder a ellas. Es una gran injusticia que debe preocuparnos. No hay paz en casa de quien está bien cuando falta justicia en la casa de todosâ?.
A lo largo del jubileo el Papa ha realizado encuentros especiales con jóvenes, catequistas, sacerdotes, refugiados, enfermos... Antes de la clausura del Año Santo ha querido que el último de todos ellos fuese para los sin techo, para los marginados. Los ha puesto en el centro de las miradas para remover a las conciencias.
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