Como al principio no funcionaban bien los altavoces, el Papa empezó de nuevo su discurso.
FRANCISCO
“Comencemos de nuevo. ¡Buenos días! Hermanos y hermanas: ¡Dios no se venga! Dios ama, no se venga, nos espera para perdonarnos, para abrazarnos”.
El Papa recordó que la fe cristiana no es la suma de normas o preceptos morales sino una propuesta de amor que Dios hace a la humanidad.
FRANCISCO
“Esta es la gran novedad del cristianismo: un Dios que, a pesar de nuestros errores y de nuestros pecados, no falta a su palabra, no se detiene y sobre todo no se venga”.
Francisco concluyó recordando la reciente beatificación de Arsenio da Trigolo, un capuchino italiano de finales del siglo XIX. Fundador de las Hermanas de María Santísima Consoladora y famoso por ser un gran confesor.