Como todos los años, Francisco ha rezado el Vía Crucis del Viernes Santo junto al Coliseo de Roma, el lugar símbolo de los primeros mártires.
El Papa lo ha seguido con mucha atención, y con aspecto un poco cansado.
Miles de personas participaron en silencio y escucharon las meditaciones compuestas por un grupo de alumnos de religión un instituto de Roma.
Son los mismos que cargaron con la cruz durante cada una de las catorce estaciones que recordaban la Pasión de Jesús.
Pero además, la llevó una familia de Siria, en recuerdo de los cristianos perseguidos.
Otras que acompañaron la cruz fueron estas monjas de Irak.
También, un grupo de enfermos, que simbolizan a todos los que cargan con la cruz silenciosa de la falta de salud.
Cuando concluyó, también el Papa leyó una reflexión muy profunda sobre la Pasión de Jesús. Pidió el don de la vergüenza y de la esperanza.
FRANCISCO
““Vergüenza porque nuestras generaciones están dejando a los jóvenes un mundo fracturado a causa de las divisiones y las guerras; un mondo devorado por el egoísmo en el que los jóvenes, los pequeños, los enfermos y los ancianos son marginados”.
FLASH
“La esperanza porque tu mensaje continúa inspirando hoy a muchas personas y pueblos que sólo el bien puede derrotar al mal y a la malicia, solo el perdón puede derrotar al rencor y a la venganza, sólo el abrazo fraterno puede eliminar la hostilidad y el miedo a los demás”.
Fue un acto largo, hacía frío en Roma y acabó tarde. Por eso, poco después de terminar Francisco regresó al Vaticano para descansar.
