Un signo de esperanza para un pueblo que sufre. Así es como el cardenal Fridolin Ambongo, de la República Democrática del Congo, acogió su nombramiento como purpurado.
El arzobispo de Kinsasha es de esos pastores con olor a oveja de los que habla el Papa Francisco. Cuenta que descubrió su vocación gracias al testimonio de otro sacerdote, un misionero.
CARD. FRIDOLIN AMBONGO
Arzobispo de Kinsasha (RDC)
“Diría que mi vocación no partió de lo espiritual sino de la parte humana. Fue gracias a un misionero belga que trabajaba en mi parroquia y que hacía mucho por el pueblo. Para mí ese fue el principio. Fue cuando me dije:“Yo quiero ser como él”. Después descubrí que era capuchimo, un hijo de San Francisco de Asís. Así, poco a poco se fue clarificando mi vocación”.
Un ejemplo que le ha llevado a estar también junto a su pueblo y a secundar, desde la Conferencia Episcopal del país, las protestas, encabezadas por católicos comprometidos que demandaban elecciones libres en República Democrática del Congo.
La Iglesia ha sido amenazada e intimidada, tanto por el gobierno como por grupos armados, por trabajar por la paz y justicia social en el país.
CARD. FRIDOLIN AMBONGO
Arzobispo de Kinsasha (RDC)
“Este riesgo forma parte de la misión de la Iglesia. Creo que no podemos hacer menos de lo que hemos hecho hasta ahora. Tenemos una misión y no podemos hacer otra cosa”. “Antes de mi nombramiento como obispo formaba parte de la Comisión Justicia y Paz. Fui arrestado junto a otro obispo por orden del presidente Kabila, el padre. Pasé solo una noche en prisión pero denota que el trabajo que hacemos en Congo entraña riesgos”.
Como peligroso es también el brote de ébola declarado en el país y que ha causado más de 2000 muertes. Es el segundo brote en dos años. En 2018 esta foto recorrió el mundo. Es monseñor Ambongo bendiciendo a uno de los sacerdotes de su diócesis que había contraído el virus.
CARD. FRIDOLIN AMBONGO
Arzobispo de Kinsasha (RDC)
“Había ébola y la gente tenía mucho miedo. Nadie quería ir a esa zona pero yo fui. Llegué en helicóptero. El párroco se había contagiado del virus y había sido trasladado a una zona separada del resto de la población. Fui a ese centro porque quería manifestar esa cercanía de pastor a estas personas”.
Otro de los muchos problemas que afectan a su país y sobre el que está muy concienciado el nuevo cardenal, es la destrucción sistemática de la cuenca del río Congo. Por eso, participó en el reciente sínodo de obispos sobre la Amazonía, porque la depredación y daño ambiental en el Amazonas es muy similar al que sufren en el Congo. Además, monseñor Ambongo conoce muy bien la REPAM, la Red Ecclesial Panamazónica, una organismo exportado a su país y que se concreta en la REBAC, la Réseau Ecclésial du Bassin du Congo.
Ángeles Conde