Cristianos y musulmanes de Homs no olvidan al jesuita asesinado en 2014

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26/11/2019
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El jesuita holandés Frans van der Lugt llevaba 50 años en Siria. Vivía en Homs, la ciudad que vivió uno de los episodios más sangrientos de la guerra civil. Estuvo tres años sitiada, entre 2011 y 2014. La gente moría literalmente de hambre.

Pocas semanas antes del final de la batalla alguien llamó a la puerta de su residencia y le quitó la vida a tiros. 

Tenía 75 años y su muerte conmocionó a los habitantes que quedaban en la ciudad, también a musulmanes como Samer Al-Dahhak.

SAMER AL-DAHHAK
Amigo de P. Frans van der Lugt

“Cuando me enteré de la noticia me sentí muy mal. Lloré mucho, y no solo yo, también mis padres, que eran amigos suyos. Lloraron más que yo. Era amigo de la familia”.

A pesar de la guerra y de su avanzada edad el padre Frans no quiso abandonar Siria. Por decisiones como esa y por su personalidad amable y acogedora el padre Frans se había ganado el corazón de todos. Era considerado como un sirio más.

SAMER AL-DAHHAK
Amigo de P. Frans van der Lugt

“Cuando salíamos de excursión, sea en el desierto o en la montaña, en los pueblos, él tenía una capacidad enorme de relacionarse. Tenía una especie de magia que le hacía acercarse a las personas. Nos impresionaba esa manera maravillosa que tenía de entrar en contacto con la gente”.

El padre Frans fue enterrado en el jardín de la residencia de los jesuitas donde vivía. Su tumba es visitada constantemente por la gente del barrio, tanto cristianos y musulmanes. Allí rezan para que termine la guerra y regrese la paz en Siria.

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