Durante al audiencia general el Papa comentó el libro de los salmos, donde se “enseña a rezar”. Dijo que son “invocaciones, a menudo dramáticas, que brotan de nuestra existencia” y que establecen un puente con Dios, una relación con Él. Se trata de “un grito de auxilio que espera ser escuchado por un oído atento”. El Papa señaló que ese oído es el de Dios, para quien “no somos extraños, ni somos números; nos conoce a cada uno por nuestro nombre y nuestros dolores son sagrados para Él”.
RESUMEN DE LA CATEQUESIS DEL PAPA EN ESPAÑOL
Queridos hermanos y hermanas:
En la Biblia encontramos el libro de los salmos que está compuesto sólo de oraciones; nos “enseña a rezar” a través de la experiencia del diálogo con Dios. Al leer los salmos, aprendemos el lenguaje de la oración; y encontramos en ellos la Palabra de Dios que los humanos usamos para comunicarnos con Él.
Los salmos son invocaciones, a menudo dramáticas, que brotan de nuestra existencia. Rezando con ellos, el sufrimiento se transforma en pregunta. Entre las muchas preguntas, hay una que está siempre presente: «¿Hasta cuándo?». Es un grito que surge de la enfermedad, de la persecución, de la muerte. Cuando la oración se hace pregunta es ya camino y principio de salvación.
El sufrimiento es algo común a todos, creyentes y no creyentes. En el salterio el dolor se convierte en relación: un grito de auxilio que espera ser escuchado por un oído atento. Ante Dios no somos extraños, ni somos números; nos conoce a cada uno por nuestro nombre y nuestros dolores son sagrados para Él. En la oración nos basta saber que “el Señor nos escucha”. En ocasiones, los problemas no se resuelven, pero los que rezan saben que muchas cuestiones de la vida quedan sin una solución. Sin embargo, siendo conscientes de que Dios nos escucha todo se vuelve más llevadero. Si permanecemos en relación con Él, ante nosotros se abre un horizonte de bien y de esperanza.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Mañana celebramos la memoria de santa Teresa de Jesús, maestra de oración. Que a través de su intercesión y ejemplo podamos descubrir la oración, como ese “trato de amistad —como afirmaba ella— con quien sabemos nos ama”. Estando con Dios nada nos podrá turbar ni espantar, pues “sólo Dios basta”. Que el Señor los bendiga.