Francisco: El cristiano no puede jugar a la defensiva y limitarse a cumplir las reglas

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16/11/2020
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El Papa celebró una misa en el Vaticano por la Jornada Mundial de los Pobres.

Pudieron asistir sólo un centenar de personas entre voluntarios, representantes de obra caridad, y por supuesto, personas que reciben ayudas de instituciones sociales. 

El Papa en su homilía comentó la parábola de los “talentos”, el tesoro que el hombre rico confía a sus siervos antes de salir de viaje. 

Recordó que un talento equivalía a 20 años de sueldo; y que también Dios confía un tesoro a cada persona. 

FRANCISCO
Demasiadas veces, mirando a nuestras vidas, sólo vemos lo que nos falta, nos quejamos de lo que falta. Entonces cedemos a la tentación del 'Ojalá': Ojalá tuviera ese otro trabajo... Ojalá tuviera esa casa... Ojalá tuviera dinero y éxito... Ojalá no tuviera ese problema... Ojalá tuviera mejores personas cerca... Pero la ilusión del “ojalá” nos impide ver lo bueno y nos hace olvidar los talentos que tenemos.

El Papa recordó que los siervos buenos de la parábola ponen en juego esos talentos, en lugar de esconderlos para no perderlos. Por eso, pidió a los cristianos que no tengan miedo a arriesgarse.

FRANCISCO
Es triste cuando un cristiano juega a la defensiva, limitándose sólo al cumplimiento de las reglas, al respeto de los mandamientos. Esos cristianos comedidos que nunca dan un paso fuera de las normas, nunca, porque tienen miedo al riesgo. Y estos, permítanme la imagen, estos que se cuidan para no correr riesgos, estos comienzan en la vida un proceso de momificación del alma, y terminan siendo momias.

La clave no es evitar el mal, sino hacer el bien. Para el Papa Francisco, quien se pasa la vida preocupado por sus “necesidades” y no por los “necesitados”, lleva una existencia vacía. 

FRANCISCO
Se acerca la Navidad, la época de las fiestas. Cuántas veces, la pregunta que se hacen muchos es: '¿Qué puedo comprar? ¿Qué más puedo tener? Tengo que ir a las tiendas a comprar”. Digamos otra cosa, '¿Qué puedo dar a los demás?''

Fue una Misa breve, sobria y a distancia. No hubo procesión de las ofrendas, ni largas procesiones. 

Una ceremonia para rezar por los pobres, quizá los grandes olvidados en medio de esta pandemia. 

Otros años Francisco solía invitar a almorzar a los participantes. Como este año no ha sido posible, les regaló una bolsa para que cocinaran algo especial en sus casas. 

Javier Martínez-Brocal

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