El último acto del Papa Francisco en Malta fue visitar el laboratorio por la paz Juan XXIII. Fue fundado en 1971 por un franciscano y alberga unos cincuenta refugiados, sobre todo de Somalia, Eritrea, Sudán y Libia. Francisco escuchó las historias de sus usuarios.
DANIEL JUDE OUKEGUAL
Comencé una nueva vida con la esperanza de que fuera mejor. Muchas gracias a todos los que la hicieron posible para mí. Todos los que me dieron la mano por el camino. Aunque pienso en mis hermanos y hermanas que siguen bajo custodia. ¿Cuándo serán libres?
Francisco ha manifestado varias veces lo mucho que le preocupan las heridas que sufren los migrantes en su búsqueda de una vida mejor. Les dio su receta para curarlas.
FRANCISCO
Se necesita tiempo para que sane esa herida; se necesita tiempo y sobre todo experiencias ricas de humanidad: encontrar personas acogedoras, que saben escuchar, comprender, acompañar; y también estar junto con otros compañeros de viaje para compartir, para llevar juntos el peso. Esto ayuda a cicatrizar las heridas.
El Papa cree que, el día que los migrantes consigan sanar estas heridas, ellos tendrán el secreto para construir un mundo más justo. Dice que pueden ser “testigos y animadores de acogida y de fraternidad”.
FRANCISCO
Considero muy importante que en el mundo de hoy los migrantes se conviertan en testigos de los valores humanos esenciales para una vida digna y fraterna. Son valores que lleváis dentro, que pertenecen a vuestras raíces. Una vez que la herida del desgarro, del desarraigo, haya cicatrizado, podéis hacer emerger esta riqueza que lleváis dentro, un patrimonio de humanidad muy valioso.
Por último, pidió a los presentes que no se duerman en el derrotismo. Aunque la crisis migratoria sea difícil, cree que los cristianos pueden responder acogiendo con caridad.
FRANCISCO
No nos dejemos engañar por quien dice: “No hay nada que hacer”, “son problemas más grandes que nosotros”, “yo me dedico a mis asuntos y los otros que se arreglen”. No. No caigamos en esta trampa. Respondamos al desafío de los migrantes y de los refugiados con el estilo de la humanidad, encendamos hogueras de fraternidad, en torno a las cuales las personas puedan calentarse, recuperarse y reavivar la esperanza.
Al terminar el acto, el Papa encendió una vela ante una imagen de la Virgen. Francisco explicó que es un gesto muy sencillo pero con un gran significado porque en la tradición cristiana la llama es símbolo de la fe en Dios.
RM