Este es James Harrison, el australiano conocido como el hombre del brazo de oro. Empezó a donar sangre con 18 años, sin saber que, en más de seis décadas, salvaría la vida de más de dos millones de bebés.
Todo comenzó cuando lo tuvieron que operar con 14 años de una cirugía de pulmón, en la que las transfusiones de sangre hicieron que no muriese. Cuando se despertó en la UCI, sintió que tenía que devolver el favor, y así lo hizo hasta el final de su vida.
Animado por su padre, el gesto de donar sangre se convirtió en una cita quincenal con la Cruz Roja de Australia. Todo hasta 2018, cuando se jubiló con 81 años.
El plasma de James tenía un anticuerpo extraño, que se usaba para crear un medicamento que se le administraba a las madres, cuya sangre corría el riesgo de atacar a sus hijos durante el embarazo.
James Harrison, tras 64 años dando una pequeña parte de él por la vida de los demás, ha muerto a los 88 años. En su legado quedan estos bebés que ven; algunos de los millones que salvó sin pedir nada a cambio.
CA