El mes de octubre estuvo marcado por la última etapa del Sinodo de la Sinodalidad. En su apertura el papa quiso calmar los ánimos y pidió mantener la unidad.
Durante meses algunos sectores de la Iglesia se habían puesto en alerta. Temían que el resultado del sínodo fueran cambios doctrinales profundos como que se permitiera la ordenación de mujeres.
FRANCISCO
Romper la comunión enfrentando a la jerarquía con los fieles laicos. No se trata, ciertamente, de sustituir a unos por otros, excitados por el grito: ahora nos toca a nosotros. No, esto no va. Ahora nos toca a nosotros, laicos; ahora nos toca a nosotros, sacerdotes…. Esto no va. En su lugar, se nos pide que practiquemos juntos un arte sinfónico.
Sin embargo en su documento final se señaló que el Código de Derecho Canónico ya prevé que las mujeres ocupen puestos de relevancia en la Iglesia. Solo faltaría aplicarlos.
El objetivo de la asamblea era estudiar cómo promover un estilo más sinodal en la Iglesia, es decir: hacer que los obispos escuchen más a los fieles y que estos sean más participativos.
Este Sínodo también se cerró de una manera curiosa ya que el papa no publicó el documento de exhortación apostólica, si no que directamente se cerró tal y como estaba. Una decisión que el papa tomó para “premiar el trabajo realizado”.
FRANCISCO
Quiero así reconocer el valor del camino sinodal realizado, que a través de este documento entrego al santo pueblo fiel de Dios.
Octubre en el Vaticano fue un mes de clausuras. Además del sínodo, también se dio por finalizada las obras del famoso baldachino de la basílica de San Pedro. Unas obras que han durado 9 meses y que escondieron la grandiosa obra de Bernini bajo andamios. Desde entonces volvió a resplandecer.
BAM
