El mes de marzo, millones de peregrinos visitaron Roma para participar de las celebraciones de la Semana Santa.
El Domingo de Ramos, el papa presidió la celebración eucarística en la plaza de San Pedro. En esta ocasión, no participó en la procesión de las palmas y tampoco pronunció la homilía. El Vaticano no aclaró si esta decisión se debía a problemas de salud.
El Jueves Santo, Francisco celebró la misa crismal como obispo de la diócesis de Roma y por la tarde visitó una cárcel de mujeres en Roma para el tradicional lavatorio de los pies. Las reclusas lo recibieron con emoción.
Ahí, pronunció una homilía sobre la importancia del perdón.
FRANCISCO
Una vez escuché a una viejecita sabia, una viejecita que no era del pueblo y que dijo esto: Jesús no se cansa nunca de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. Pidamos hoy al Señor la gracia de no cansarnos.
Sin embargo el esfuerzo pasó factura y el papa no asistió al tradicional Vía Crucis del Viernes Santo en el coliseo. Además se decidió en el último instante.
El sábado participó en la vigilia pascual y el Domingo impartió la bendición Urbi et Orbi. En su discurso, Francisco hizo un gran llamamiento por la paz.
FRANCISCO
No permitamos que las hostilidades actuales continúen a tener graves repercusiones en la población civil, que están extremados, y sobre todo en los niños. Cuánto sufrimiento vemos en los ojos de los niños. Se han olvidado de sonreír esos niños en territorios de guerra.
Con esta celebración, se concluyó en Roma una temporada ajetreada. La Ciudad Eterna recibe a millones de peregrinos que viajan de distintas partes del mundo.
PA