El homenaje a la Inmaculada no estuvo exento de algún que otro susto.
Un grupo de activistas antitaurinos detuvo la comitiva papal, aunque no hubo que lamentar daños materiales ni humanos. Las activistas fueron arrestadas por la policía. En el pasado este grupo ya había irrumpido en distintos eventos papales para pedir que la Iglesia no apoye las corridas de toros.
El sobresalto no impidió que el evento se detuviera y Francisco, como cada año, rezó ante la estatua situada en la columna de Piazza Spagna. Esta fue colocada en 1857, poco después de la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción.
Este es uno de los pocos momentos del año en los que el pontífice visita el centro de la ciudad. De hecho, en su oración a la Virgen, el papa comenta hechos de actualidad para pedir su intercesión. Por ejemplo, ante la llegada del Jubileo, la Ciudad Eterna está llena de obras y el papa no pasó por alto el malestar que provoca en los lugareños.
FRANCISCO
Esto, tú lo sabes, provoca no poco malestar y al mismo tiempo es señal de que Roma está viva, que Roma se renueva, que Roma intenta adaptarse a las exigencias para ser más acogedora y más funcional.
Recemos por el alcalde, que tiene mucho trabajo.
Al mismo tiempo, el papa dijo que el Jubileo era una ocasión para hacer obras en la propia alma de cada uno.
FRANCISCO
Es dentro donde hay que trabajar para preparar el camino al Señor que viene. Y es una buena oportunidad para hacer una buena confesión y pedir perdón por todos los pecados. Dios perdona todo, Dios perdona siempre, siempre.
Al terminar el papa fue a visitar un edificio de exposiciones cercano, donde se encuentra la famosa “Crucifixión blanca” de Chagall, que ha sido expuesta en el marco de las iniciativas que hay en torno al Jubileo.
JRB