En la catequesis semanal el papa reflexionó sobre dos características del Espíritu Santo. Dijo que por un lado empuja a la universalidad, a evangelizar. Y por otro, ayuda a que en medio de la diversidad, haya unidad.
FRANCISCO
La unidad de la Iglesia es la unidad entre personas y no se hace negociando sino en la vida. Se realiza en la vida. Todos queremos la unidad, todos la deseamos en el profundo del corazón y al mismo tiempo es muy difícil de obtener. También dentro de un matrimonio y de la familia la unión y la concordia están entre las cosas más difíciles de conseguir y más aún de mantener.
En ese sentido el papa animó a reflexionar sobre el pasaje del libro de los Hechos de los Apóstoles. Allí se describe cómo la Iglesia primitiva tuvo que tomar su primera decisión importante ante un asunto polémico.
FRANCISCO
El Espíritu Santo no hace siempre la unidad de modo repentino, con intervenciones milagrosas y resolutivas, como en Pentecostés. Lo hace también y en la mayor parte de los casos, con un trabajo discreto, que respeta los tiempos y las divergencias humanas, pasando a través de personas e instituciones, oración y confrontación. De modo, diríamos hoy, sinodal. Así, de hecho, sucedió en el Concilio de Jerusalén.
Miles de personas asistieron a la audiencia en la que no faltó el paseo en papamóvil con algunos pequeños.
JRB