Francisco está acostumbrado a salirse del programa oficial en sus viajes. En Bruselas, visitó una residencia de ancianos muy enfermos y con bajos recursos.
Al papa lo recibieron con música, sonrisas, aplausos y hasta lágrimas.
Saludó a cada uno de los presentes, todos hablando en francés. Hasta que, de repente, el idioma se le hizo conocido.
Gracias, Santo Padre, por lo que es y por lo que hace
-¿De dónde sos?
De Sevilla
-Castañuela pura…
¡Flamenco!
La casa se llama 'Hogar de San José'. La dirigen las Hermanitas de los pobres. Su felicidad al ver a Francisco fue de un valor incalculable.