En la catedral de la capital de Timor Oriental el papa se reunió con obispos, sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos con la evangelización.
El testimonio de uno de ellos conmovió a los presentes. Se trataba de un hombre de 87 años que tuvo que dejar de dar catequesis a los 82 a causa de la edad y del parkinson. Pero durante los años en los que le tocaba trabajar en las parroquias, en ocasiones, hasta tenía que recorrer a pie 10 kilómetros diarios y afrontar las malas condiciones del clima.
Parece que este hombre ha hecho la competencia al apóstol San Pablo.
El papa recogió el testigo del catequista para hablar a los presentes de la necesidad de ser una Iglesia misionera; una Iglesia que sale de su zona de confort para evangelizar.
FRANCISCO
En el Evangelio los confines son el centro. Y una Iglesia que no tiene capacidad de confines y que se esconde en el centro es una Iglesia muy enferma.
El papa, también insistió en la necesidad de que la Iglesia se adapte a las culturas locales pero sin perder su identidad. Dijo que en cada cultura hay supersticiones o costumbres que purificar.
FRANCISCO
La predicación de la fe tiene que inculturarse en la cultura de ustedes y la cultura de ustedes tiene que ser evangelizada. Y esto vale para todos los pueblos, no solo para ustedes.
Francisco insistió en la necesidad de que den valor a su vocación y que la custodien. Que no se dejen llevar por el prestigio que en ocasiones conlleva el ser obispo, sacerdote, religioso o catequista. Y también quiso dar un agradecimiento especial a las religiosas que se hacen cargo de los más necesitados: dijo que ellas son madres que nutren de una forma inigualable a la Iglesia local.
JRB