Son Jesús y Jesús. Y aunque parezcan hermanos, en realidad son dos buenos amigos y caminantes. Un militar en reserva y un profesor de Latín que se marcaron un objetivo tras jubilarse: peregrinar a Roma. Aunque su viaje fue peculiar. Ni coche, ni avión, ni barco. Ni más ni menos que 2.670 km a pie. Casi cuatro meses para llegar a la Ciudad Eterna.
JESÚS PINO
Peregrino español
Dijimos: “Cuando nos jubilemos, nos emplazamos. ¿Por qué no hacemos una aventura que se salga un poco de lo normal?” Y se nos ocurrió la locura de venir a Roma, que un principio parecía y yo hasta el final no he visto que dejara de ser una locura… Parecía una locura, pero que al final con ayuda, con rezos que hemos tenido de todos los tipos, con rezos nuestros, conseguimos llegar el 6 de agosto a la plaza del Vaticano, y estamos radiantes, como el sol que hace. Estamos radiantes…
Su punto de partida fue el monasterio de la Virgen de Guadalupe. Y la meta, el aula Pablo VI en el Vaticano. Quien marcó el final de su camino fue el papa, al que pudieron saludar después de la audiencia general.
JESÚS MONJA
Peregrino español
Nosotros sentados, hemos tenido unos segundos para decirle algo. Le hemos dado la mano. Jesús le ha dicho que veníamos haciendo peregrinación desde Guadalupe.
Y luego nos ha bendecido el rosario que hemos estado rezando durante estos días en el camino.
De este camino, no solo se quedan con la fe y los momentos compartidos. También con la hospitalidad y generosidad de las personas que se han encontrado a lo largo del viaje. Gestos que solo con recordarlos, hacen llegar a las lágrimas.
CA