Francisco no ha escondido su deseo de ir a China, pero el número dos del Vaticano opta por actuar con cautela.
El cardenal Parolin señala que, aunque el pontífice esté dispuesto, ahora mismo no se dan las condiciones para que se haga realidad el que sería el primer viaje de un papa a China.
Donde Parolin sí es más optimista es en el acercamiento de las relaciones diplomáticas con el país. De hecho, asegura que el acuerdo Santa Sede-China para el nombramiento de obispos se renovará a finales de este año.
Prueba del esfuerzo en el diálogo entre ambos fue la invitación al obispo de Shangai, Shen Bin, a viajar a Roma. Lo hizo para participar en un congreso impulsado por el Vaticano.
Para entender la importancia de este gesto, hay que remontarse a abril de 2023, cuando el Consejo de Obispos de China, controlado por el régimen, trasladó a Shen Bin a Shangai sin autorización de la Santa Sede.
Incluso en la Oficina de prensa del Vaticano se enteraron de este cambio de sede episcopal a través de los medios de comunicación; una acción, aunque no es la primera, que violó este acuerdo firmado por primera vez en 2018 y cuyo contenido sigue siendo confidencial, al no tratarse de un documento definitivo.
Tres meses después de lo que se calificó como un movimiento “unilateral” por parte de China, el papa Francisco aprobó oficialmente el nombramiento del obispo de Shangai, la diócesis con más católicos del país. Un paso difícil, pero necesario para romper el hielo del entonces tenso diálogo con China.
La situación ha mejorado en el último año. Según Parolin, el deseo del Vaticano es que se pueda abrir en un futuro una oficina permanente de la Santa Sede en país asiático.
CA
