El tercer encuentro de oración para preparar el Jubileo fue con varias familias de un vecindario de las afueras de Roma.
¿Y tú cómo te llamas?
Gabriel.
Mándale un beso. Gracias, gracias.
La emoción entre los parroquianos era muy fuerte. Y así se lo dijeron al papa.
Poderle ver a usted aquí, con un fondo de ladrillos es algo muy emocionante.
Y entonces comenzó un diálogo de preguntas y respuestas. Francisco subrayó la idea de hacer comunidad.
FRANCISCO
La iglesia es el edificio pero la Iglesia se inicia a realizar en las comunidades, buscándose los unos a los otros, escuchando la palabra de Dios, hablando bien los unos de los otros. También suele haber chismorreo. En toda comunidad hay hombres o mujeres que chismorrean y debemos arrepentirnos de esto pero es una realidad. En una comunidad sucede todo eso pero lo que de verdad importa es respetar a los demás.
Y otro punto que salió fue la necesidad de cuidar a niños y ancianos.
FRANCISCO
Las dos puntas, y no olvidéis esto: en una parroquia donde los niños no se escuchan y donde los ancianos son apartaros no hay una verdadera comunidad cristiana.
Los ancianos son la sabiduría y los niños son la promesa.
Al final del encuentro algunas familias se acercaron al papa para saludarlo y contarle algunas historias personales.
Gracias, gracias. Él es Tomás.
Y aquí esperamos otro bebé.
Es una niña.
Esta pareja le contó al papa que por desgraia habían perdido una niña.
El papa saludó a todos los presentes, entre los que también había un grupo de mujeres migrantes de Senegal y, al final, les regaló una imagen de la Virgen y el niño Jesús. Y así terminó el tercer encuentro de preparación para el Jubileo. Antes Francisco se había reunido con niños que se preparaban para la primera comunión y con un grupo de jóvenes.
JRB