Hay casi 600 reclusos en la prisión de Montorio, en Verona, que se enfrenta a uno de los índices de suicidio más elevados de todas las cárceles italianas. Francisco se desplazó hasta allí para pasar un rato con los presos. Uno de ellos, de tan solo 22 años, le expresó al papa cuál es su sueño.
LEONARDO DUARTE
Recluso
Algunos de nosotros, por desgracia, no tenemos la suerte de contar con una familia o amigos cercanos que nos apoyen. Por esta razón, Santidad, permítame expresarle un sueño. Sería maravilloso que entre nosotros los reclusos, con todos los trabajadores penitenciarios -tanto los que se encargan de la seguridad como los que nos acompañan en nuestro camino humano-, también con todos los voluntarios, pudiéramos construir relaciones que tuvieran el sentido de la familia, del amor y de la fraternidad.
Desde noviembre, cinco reclusos de esta prisión se han quitado la vida. La respuesta de muchos fue hacer huelga de hambre. Al dirigirse a los presos, el papa fue claro a la hora de hablar de las condiciones en las prisiones.
FRANCISCO
Conocemos la situación de las cárceles, a menudo superpobladas -también en mi tierra-, lo que provoca tensiones y dificultades. Por eso, quiero decirles que estoy cerca de ustedes, y renuevo mi llamamiento, especialmente a quienes pueden actuar en este ámbito, para que sigamos trabajando por la mejora de la vida en las cárceles.
Pero a pesar de las dificultades que puedan encontrar, animó a cada uno de ellos a seguir adelante.
FRANCISCO
Siempre merece la pena vivir, y siempre hay esperanza para el futuro, incluso cuando todo parece desvanecerse. Nuestra existencia, la existencia de cada uno de vosotros, es importante, es importante. No somos residuos materiales. La existencia es importante.
Francisco invitó a los reclusos a hablar con Dios y a apoyarse entre ellos en los momentos difíciles. Después, los saludó personalmente y compartió un almuerzo con reclusos, directores, policías y voluntarios.
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