Esta es una de las primeras imágenes de Francisco en Verona, la ciudad que inspiró el libro de Romeo y Julieta: rodeado de monjas que, así de felices, se acercaron a saludar al pontífice. El primer mensaje de Francisco fue para ellas.
FRANCISCO
Quería empezar saludando a estas mujeres, que son las monjas de clausura. ¿Habéis visto cómo estaban todas así? Porque en la clausura, en el encierro, no se pierde la alegría. Hay alegría. Y son buenas. Nunca parlotean, nunca, nunca. Son buenas. Gracias, hermanas.
El encuentro con sacerdotes y consagrados fue en la basílica de San Zenón, donde se encuentran las reliquias del patrón de la ciudad, y ante las que el papa estuvo rezando.
Este templo fue el elegido por Shakespeare como escenario donde, según la obra, están enterrados de manera ficticia los protagonistas. Pero no solo Shakespeare. En su discurso, el papa habló de la influencia de Verona en otros autores literarios.
FRANCISCO
Es agradable estar en esta basílica románica, una de las más bellas de Italia, que también inspiró a poetas como Dante y Carducci.
A los presentes, Francisco les recordó que la vocación religiosa no es, ni mucho menos, un camino de rosas. Que hay momentos duros ante los que hay que resistir.
FRANCISCO
Tantas veces nos olvidamos de esto: a ninguno de nosotros, cuando empezamos a recorrer este camino, nos dijo el Señor que todo sería hermoso, reconfortante… No. La vida es alegría, momentos de alegría, pero también momentos oscuros. Resistencia. La capacidad, el valor de seguir adelante y el coraje de aguantar.
Al terminar el encuentro, entregaron unos regalos a Francisco. El más especial, sin duda, fue este: la partida de bautismo del sacerdote y filósofo Romano Guardini, que nació en Verona aunque después vivió en Alemania. Es uno de los pensadores favoritos del papa Francisco.
CA