El descenso de la natalidad es uno de los datos que más preocupa a nivel global. Lo vienen advirtiendo desde diferentes gobiernos e instituciones mundiales. Lo ha hecho, también, el papa Francisco en un foro dedicado a tratar esta cuestión.
FRANCISCO
El problema de nuestro mundo no es que nazcan niños: es el egoísmo, el consumismo y el individualismo, que hacen que la gente se sacie, se sienta sola e infeliz. El número de nacimientos es el primer indicador de la esperanza de un pueblo. Sin niños ni jóvenes, un país pierde su deseo de futuro.
Y las cifras así lo reflejan. Según las Naciones Unidas y el Banco Mundial, el número de hijos por mujer a nivel global desciende de 5 en 1950 a 2,3 en 2021. Un dato que se agrava aún más si se pone el foco en algunos países concretos.
Por ejemplo, en poco más de 70 años, las mujeres en Estados Unidos han pasado a tener de media dos hijos menos. Y en otras regiones la caída es exponencial. En México, de casi 7 hijos por mujer en 1960 a no llegar a 2 en 2021. Lo mismo en Corea del Sur, que pasa de 5,95 a 0,81.
Pero eso no es todo. Si se mira a África, el continente que rompe las cifras mundiales en natalidad, se puede ver que hasta en Níger, el país con la tasa de fecundidad más alta con 7,53 hijos por mujer baja en 2021 a 6,82.
Este descenso en todo el mundo se debe a algunos motivos, relacionados principalmente con fenómenos socioculturales, como pueden ser la incorporación de la mujer al mercado laboral; algo que suele retrasar la edad en la que quiere tener descendencia. Hace décadas, muchas ya tenían familia numerosa con apenas 23 o 24 años. Ahora, una mujer decide ser madre de media a los 27 años.
DONATELLA PACELLI
Socióloga, Universidad LUMSA (Roma)
No podemos pasar por alto el peso que la legítima emancipación femenina ha tenido en esta tendencia. Tal vez si, al emanciparse, las mujeres hubieran encontrado más apoyo, más ayuda en las esferas privada y pública, hoy tendríamos una tendencia no tan negativa en lo que se refiere a los niños.
Así que la cuestión económica es muy seria. La cuestión de no apoyar a las madres trabajadoras es igualmente grave.
Por eso, lo que ahora se está pidiendo es que los gobiernos y a las empresas es que implementen políticas que ayuden a conciliar a las familias.
FRANCISCO
Se trata de poner en práctica opciones serias y eficaces que favorezcan a la familia. Por ejemplo, poner a una madre en condiciones de no tener que elegir entre el trabajo y el cuidado de sus hijos; o liberar a muchas parejas jóvenes del lastre de la precariedad laboral y de la imposibilidad de comprar una casa.
Precisamente, es el miedo de los jóvenes a la inestabilidad en el futuro otro de los factores sociales que afecta a la natalidad.
DONATELLA PACELLI
Socióloga, Universidad LUMSA (Roma)
El valor de la familia se siente, pero el miedo a un futuro incierto desde el punto de vista laboral, económico y del bienestar que uno puede garantizar a sus hijos es claramente un factor que insiste y contribuye a que siga habiendo datos aún más negativos.
Pero a todos estos datos hay que añadirles otra cifra clave: la esperanza de vida. Hoy se vive un promedio más de 28 años en comparación con 1950. Esto quiere decir que, en esa década, lo normal era vivir de media unos 45 años; ahora, unos 73. Por lo que no afecta solo el hecho de que no nazcan niños, sino que la población envejece más tarde.
Las consecuencias de esto se podrán ver en un futuro en temas como, por ejemplo, las pensiones. Si no hay una población alta que pueda contribuir con sus impuestos a pagar la jubilación de los ancianos, tal y como alertan algunos países, las economías mundiales podrían sufrir grandes problemas.
CA