En Gaza, ni siquiera la guerra ha impedido que los cristianos reciban los sacramentos. En la única parroquia católica de la zona, se siguen celebrando misas diarias a pesar de los bombardeos. Cuando las materias primas para recibir la comunión escasean, una de las prioridades es buscar recursos.
P. GABRIEL ROMANELLI
Párroco, Gaza
Si bien antes, al inicio de la guerra, por dos meses y medio hacíamos las dos misas, al amanecer y al atardecer, como es la costumbre de allí, pero ahora también para ahorrar hostias y vino, porque tampoco se consigue vino. Eso, ni siquiera en momentos de paz porque por distintos motivos culturales y de leyes de allá está prohibido. Entonces, de hecho, el vino lo traen dos veces al año, una vez el nuncio y una vez el patriarca, es decir, el obispo, y vamos usándolo a cuentagotas. Ahora, literalmente a cuentagotas.
Los continuos conflictos en Gaza, que vienen desde hace años, hicieron que se tomase la decisión de fabricar las hostias dentro de la iglesia de la Sagrada Familia. Lo hacen los mismos religiosos y fieles, que consiguen los ingredientes, preparan la masa le dan forma al pan que después se consagrará y administrará en la Eucaristía.
P. GABRIEL ROMANELLI
Párroco, Gaza
Al mes de que habíamos comenzado a hacer las hostias, hicimos la primera comunión. Y tomaron la comunión ocho niños: cuatro católicos y cuatro ortodoxos. Como sabemos, los ortodoxos pueden recibir los sacramentos con las debidas disposiciones en las iglesias católicas y este es uno de los casos. Aparte, ellos, los mismos papás, varios de los cuales ellos habían hecho las ostias.
El padre Romanelli se refiere a estas imágenes del 6 de enero, día del Bautismo del Señor, cuando un grupo de niños, a pesar de la guerra, tuvo la oportunidad de recibir su Primera Comunión.
CA