Aunque en el mundo se le conocía como el “cardenal Pironio”, en el barrio de su Argentina natal seguía siendo el “padre Eduardo”. Era el menor de los 23 hijos de un matrimonio de migrantes italianos, aunque fue su madre la que le transmitió la fe. Quienes trataron con él, lo definían como un hombre cercano, paternal y, sobre todo, muy ligado a la familia.
MONS. ARIEL TORRADO MOSCONI
Obispo, Diócesis de Nueve de Julio (Argentina)
Más allá de que la vida ministerial lo fue llevando a tener, bueno, una actividad más vinculada a la Iglesia universal y, por lo tanto, gran parte de su vida vivió en Roma. Sin embargo, cada año venía aquí, a Nueve de Julio, que es un pequeño pueblo en el interior de la provincia de Buenos Aires para encontrarse con su familia, con sus raíces, con su gente querida.
Pironio se trasladó a Roma en 1975 para ser prefecto de la Congregación para los Religiosos, cargo que le dio el papa Pablo VI, de quien era, además, su confesor, y el que lo creó cardenal.
De hecho, se le consideró un potencial papable en dos cónclaves: después de la muerte del papa Montini y Juan Pablo I.
Pero antes de trasladarse, fue arzobispo en Mar de Plata, donde impulsó diferentes iniciativas para los jóvenes. Esta fue la antesala para el trabajo que desarrollaría después junto a Juan Pablo II con las Jornadas Mundiales de la Juventud.
MONS. ARIEL TORRADO MOSCONI
Obispo, Diócesis de Nueve de Julio (Argentina)
Esa experiencia que ha tenido monseñor Pironio, mientras fue obispo de Mar de Plata, sin duda, que ha sido lo que, de algún modo, lo ha motivado a pedirle al querido papa Juan Pablo II que, bueno, la Jornada Mundial de los Jóvenes no se haga solamente en Roma, sino que se haga fuera de Roma.
Y así sucedió. La primera JMJ internacional tuvo lugar en Buenos Aires, Argentina, en 1987. En ese momento, Pironio era el presidente del entonces Pontificio Consejo para los Laicos. Se puede ver en imágenes como esta cómo acompañó a Juan Pablo II en varias jornadas mundiales de la Juventud.
Pironio falleció en 1998. Sin embargo, con Francisco también mantuvo algún encuentro, cuando Bergoglio aún no era arzobispo de Buenos Aires, sino provincial de los Jesuitas.
MONS. ARIEL TORRADO MOSCONI
Obispo, Diócesis de Nueve de Julio (Argentina)
Él me comentó, bueno, digamos de ese trato personal que había tenido con el querido cardenal Pironio y de esa experiencia de haber estado con un hombre santo, con un hombre de Dios. Me lo decía conmovido el queridísimo papa Francisco.
El pontífice argentino fue el que aprobó el milagro necesario para su beatificación a principios de noviembre. Se le atribuye la extraordinaria curación de un bebé de 15 meses que se encontraba en coma.
CA