Fueron dos encuentros: uno familiares de palestinos que sufren por la situación actual en Gaza. Y otro con familiares de personas secuestradas por Hamás.
Este último fue el más emotivo. El papa se acercó a cada uno para saludarles. Fue en silencio. Prácticamente no intercambiaron palabras.
En otras ocasiones, para muchos, estar cerca del pontífice es motivo de alegría. Sin embargo la angustiosa situación empañó cualquier manifestación de entusiasmo.
Muchas gracias Santidad. Esta es mi familia. Todos secuestrados. ¿Le puedo dar un abrazo en nombre de mi madre? Muchas gracias.
Moshe Leimberg, cuya mujer e hija están secuestrados, le dio al papa este abrazo.
El Vaticano había definido estos dos encuentros como “humanitario” para evitar cualquier tipo de crítica de una u otra parte. El pontífice se reunió con personas sencillas de grupos distintos unidos por el sufrimiento.
JRB