Tras un mes entero de debates y deliberaciones, el documento final de la primera parte del Sínodo de la Sinodalidad ha dejado clara una cuestión. En todo el texto solo hay un argumento que viene definido como ‘urgente’ y es la necesidad de promover la participación de la mujer en puestos de responsabilidad en la Iglesia.
El borrador del documento final exigía ‘mayores esfuerzos’ para asegurar esa participación. Pero el texto final ha sido más claro aún:
‘Es urgente señala garantizar que las mujeres puedan participar en la toma de decisión y asumir puestos de responsabilidad en la pastoral y el ministerio’.
El hecho de que ya en el Vaticano las mujeres ocupen puestos de responsabilidad debe ser un modelo para las diócesis de todo el mundo. Y, sobre todo, es una consecuencia del Concilio Vaticano II, donde se resalta la dignidad de todo bautizado.
Hay muchas organizaciones católicas que ya desde el siglo pasado apuestan por el liderazgo femenino. Es una realidad presente en movimientos y realidades laicales que han revitalizado la Iglesia en los últimos años, llegando al extremo del movimiento focolar, donde sus estatutos obligan a que la presidenta sea siempre una mujer.
La experiencia de este liderazgo femenino, la necesidad de valorar el talento de las mujeres en la Iglesia ha sido un clamor en el Sínodo. Por primera vez un grupo numeroso de mujeres, laicas y religiosas, participaban en este foro, y su voz no ha pasado inadvertida.
Y es que además de la urgencia de contar con mujeres en puestos de mando también se pide que participen en programas de enseñanza y formación en los seminarios.
Y sobre todo, el documento final de esta primera fase del Sínodo exige terminar con la discriminación de la mujer en los empleos dentro de la Iglesia. Piden que no se considere a las religiosas ‘mano de obra barata’ para servir a clérigos.
En todas estas cuestiones, la voz del Sínodo parece unánime. Donde no hay aún una toma de posición clara es en la posibilidad de acceso al diaconado por parte de las mujeres. Es algo que el documento final del Sínodo anima a estudiar en profundidad. En concreto pide que
“continúe el estudio teológico y pastoral sobre le acceso de las mujeres al diaconado, aprovechando los resultados de las comisiones que estableció el Santo Padre”.
En este contexto también hay una propuesta que incluye a todos los laicos, hombres y mujeres, sobre un oficio de la Palabra de Dios. Un ministerio que incluiría la predicación pública por parte de quienes non son sacerdotes.
En todo caso, tanto las certezas, como las dudas que han surgido en estos días se resolverán en la fase final del Sínodo, en octubre de 2024. Y una vez terminado ese foro, será el Papa Francisco quien asuma o no las propuestas presentadas.
AO
