El monasterio “Mater Ecclesiae” fue la casa de Benedicto XVI durante casi una década, desde que firmó la renuncia en 2013 hasta que falleció el pasado 31 de diciembre. Un lugar tranquilo dentro del Vaticano, donde el pontífice alemán pasó la última etapa de su vida.
Ese monasterio dejó imágenes entrañables como esta, cuando celebró su 90 cumpleaños bebiendo cerveza alemana en el jardín del monasterio, al que se desplazó también desde Alemania su hermano Georg Ratzinger.
Cuando se cumple casi un año de su muerte, el papa Francisco quiere que el monasterio vuelva a su finalidad original: un espacio para la vida contemplativa; para ayudar al papa en su ministerio a través de la oración, estando cerca de él.
Así lo estableció Juan Pablo II en 1994, cuando a través del documento “La vita contemplativa”, erigió canónicamente en la Ciudad del Vaticano este monasterio.
Por eso, Francisco ha convocado a seis monjas benedictinas de la Abadía de Santa Escolástica, de Buenos Aires, que han aceptado la petición de vivir en este monasterio. Se instalarán en los primeros días de enero y será el Governatorato Vaticano el responsable de todo lo relacionado con el “Mater Ecclesiae”.
CA
