Un ambiente sobrio, pero sereno. Así estaba la basílica de San Pedro mientras cientos de fieles se reunían con el papa para rezar por la paz entre Israel y Palestina.
Francisco instituyó el 27 de octubre como una jornada de oración, ayuno y penitencia, y lo clausuró con una vigilia de oración, que incluyó un rosario y una adoración eucarística. El papa aprovechó la ocasión para pedir la intercesión de María en el conflicto en Oriente Medio.
FRANCISCO
Intercede por nuestro mundo en peligro y en confusión. Enséñanos a acoger y a cuidar la vida —¡toda vida humana!— y a repudiar la locura de la guerra, que siembra muerte y anula el futuro
Pidió específicamente a María que traiga paz y fortaleza a todos los que, de cualquier forma, son víctimas de la guerra.
FRANCISCO
Sacude las almas de los atrapados por el odio, convierte a los que alimentan y fomentan los conflictos. Seca las lágrimas de los niños, que tanto lloran en esta hora. Asiste a los solitarios y a los ancianos, sostiene a los heridos y a los enfermos, protege a los que han tenido que abandonar su tierra y a sus seres queridos, consuela a los descorazonados, devuelve la esperanza.
Tras el mensaje del papa, en la basílica sonó el canto eucarístico "Ostia Divina", mientras los asistentes seguían rezando por la paz en Oriente Medio.
AT
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