Hacía tiempo que un consistorio para la creación de nuevos cardenales no se celebraba en la plaza de San Pedro.
Allí estaban presentes los cardenales elegidos, provenientes de 15 países diferentes y más de la mitad no europeos. Francisco explicó por qué le importa que el colegio cardenalicio sea tan universal. Para que todos que ahora visten de rojo no olviden que la fe la recibieron de gente sencilla, en un lugar concreto que para Dios era importante independientemente de su riqueza económica o cultural.
FRANCISCO
La fe se transmite “en dialecto”, no lo olvidéis. La fe se transmite en dialecto, es decir, a través de las madres y de las abuelas. De hecho, somos evangelizadores en la medida en la que conservemos en el corazón el asombro y la gratitud de haber sido evangelizados.
Por otro lado, el papa señaló a los nuevos purpurados cuál debe ser el estilo que marque las relaciones dentro del colegio cardenalicio: similar al de una orquesta. Dijo que esto es importante con vistas al próximo sínodo y para entender el funcionamiento interno de la Iglesia en general.
FRANCISCO
Una sinfonía vive de la sabia composición de los timbres de los distintos instrumentos. Cada uno da su aportación, a veces solo, a veces unido a alguien más, a veces con todos juntos. La diversidad es necesaria, es indispensable. Pero cada sonido debe estar al servicio del diseño común. Y por esto es fundamental la escucha recíproca. Cada músico debe escuchar a los demás.
Con esta declaración el papa dio un paso más en definir el estilo del sínodo. En otras ocasiones el papa había señalado que esta asamblea no era un parlamento. Y recientemente remarcó su carácter de evento religioso al introducir más momentos de oración durante su desarrollo. De hecho se mantuvo la limitación de que la prensa no pueda acceder a las asambleas para no alterar el ambiente.
En todo caso en el consistorio se respiraba un ambiente de fiesta universal. Uno de los momentos más emotivos fue cuando uno por uno, cada cardenal, se arrodilló ante el papa. Muchos de los feligreses de las diócesis de los nuevos purpurados estallaron en grandes ovaciones.
Uno de los cardenales no pudo estar presente por motivos de salud. Era el capuchino Luis Pascual Dri, de 96 años. Es el sencillo confesor en el Santuario de Nuestra Señora de Pompeya en Buenos Aires a quien el papa quiso otorgar el rojo cardenalicio como premio a su vida ejemplar.
JRB
