Esta obra de arte no gustó a Miguel Ángel. Y así mismo se lo dijo al artista Giorgio Vasari cuando ambos fueron a verla poco después de su creación. Estaba hecha sin pincel y con una técnica pionera para la época: la impresión a color sobre madera. Esto demuestra cómo puede ser difícil aceptar los avances tecnológicos. Le costó hasta a un genio.
PIETRO ZANDER
Museo del Tesoro de la basílica de San Pedro
Giorgio Vasari le dijo a Miguel Ángel Buonarroti: “Mira lo que ha hecho nuestro Ugo da Carpi. Hizo este retablo para San Pedro y lo realizó sin pincel. Y Miguel Ángel le contestó: “Bueno, hubiera sido mejor si hubiera usado el pincel. Lo habría hecho mejor”.
La crítica de Miguel Ángel marcó la fama de esta obra. En el ámbito artístico, se llegó a considerar un mero experimento…
Pero en aquel momento, Miguel Ángel no era consciente de que lo que tenía ante sus ojos se convertiría en una pieza artística única en el mundo.
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De alguna manera, Miguel Ángel quería decirle al maestro del arte gráfico: “Mira, con tu arte no has sido capaz de igualar a la pintura”.
En los últimos años, la fábrica de San Pedro, con los Museos Vaticanos, estudió cuidadosamente este retablo y fue capaz de entender la técnica de ejecución.
La obra en cuestión se la encargó el papa Clemente VII, en 1525, a Ugo da Carpi, para el altar sobre el que se custodiaba la reliquia del velo de la Verónica en la antigua basílica. El retablo se convirtió en una pieza única por su manera de ejecutarla. El autor no quiso usar los pinceles por este motivo.
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Ugo da Carpi debió convencer al papa diciéndole que, como la imagen del Señor estaba prodigiosamente impresa en el velo de la Verónica, el retablo que mostraría a los fieles del 'Santo Rostro' no sería pintado por una mano humana, sino impreso sobre una tabla.
El retablo es una representación del velo de la Verónica, basado en la reliquia más importante que alberga la basílica, y que se expone solo una vez al año: el quinto domingo de Cuaresma.
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Podemos pensar que, quizás, a Ugo da Carpi el papa Clemente VII le concedió el privilegio absoluto de poder resdiseñar de cerca el 'Santo Rostro', o lo copió de un dibujo tal y como aparece actualmente. Es una imagen rodeada por un marco de plata, y es la que vemos durante la solemne exposición en San Pedro el quinto domingo de Cuaresma.
Esta obra se conserva en el Museo del Tesoro, junto a otros tipos de objetos o piezas artísticas: mobiliario litúrgico (cálices, candelabros o crucifijos) o recuerdos históricos que provienen de la antigua basílica, como el monumento sepulcral del papa Sixto IV, el pontífice que mandó a construir la capilla sixtina.
Este museo, ubicado dentro de la basílica de San Pedro, se fundó en 1975 con motivo del Jubileo.
JRB/CA