La crisis migratoria marcó el vuelo papal a Marsella desde el primer minuto. Así lo remarcó el papa a los periodistas durante el breve saludo que intercambió con ellos.
En las últimas semanas solamente a Italia llegaron más de 16.000 migrantes y refugiados provenientes de África.
FRANCISCO
Tantas cosas en esta ciudad que es la puerta, la ventana y todo en el Mediterráneo.
Como es habitual muchos de los presentes entregaron regalos al papa.
Tras casi dos horas de vuelo, aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Marsella y se dirigió a la basílica de Notre Dame de la Garde, cerca del puerto viejo de la ciudad. Para los marselleses es un lugar de referencia. Es conocida como la “Madre Buena”, ya que históricamente ha sido un símbolo de esperanza y protección para marineros, pescadores y habitantes de la ciudad.
Tras un breve encuentro con el clero diocesano salió de la basílica para, allí mismo, realizar un homenaje por los migrantes y refugiados fallecidos en el mar que une Europa con África.
Demasiadas personas huyen de conflictos, pobreza y calamidades ambientales, encuentran entre las olas del Mediterráneo el rechazo definitivo a su búsqueda de un futuro mejor.
El homenaje tuvo lugar ante el monumento marsellés dedicado a marineros y migrantes fallecidos en el mar.
Al día siguiente Francisco participó en la clausura de los 'Encuentros Mediterráneos', un evento para dialogar sobre los problemas en la zona marítima del sur de Europa y norte de África.
Luego, tuvo lugar el encuentro tan esperado: el del papa con el presidente de Francia, un actor importante en las políticas de la Unión Europea ante la gestión de la crisis migratoria o la guerra en Ucrania.
Al terminar el papa celebró misa en el estadio Vélodrome ante miles de personas. Allí reflexionó sobre el desafío de la convivencia que hay en las grandes ciudades europeas.
FRANCISCO
Nuestras ciudades metropolitanas y muchos países europeos como Francia, donde conviven culturas y religiones distintas, son en este momento un gran desafío contra las exasperaciones del individualismo.
Al terminar la celebración el papa regresó a Roma. Durante el vuelo de regreso uno de los periodistas le preguntó si consideraba que había fracasado en el llamamiento que hizo hace 10 años desde Lampedusa, donde pidió acoger a migrantes y refugiados.
FRANCISCO
Diré que no. Diré que el crecimiento ha sido lento.
Hoy hay más conciencia. No porque yo haya hablado, sino porque la gente ha tomado conciencia del problema. Muchos hablan de ello. Fue mi primer viaje. Quiero decir una cosa más profunda. Ni siquiera sabía dónde estaba Lampedusa. Pero oí las historias. Leí algo y en la oración oí: tienes que ir. Como si el Señor me enviara allí, en mi primer viaje.
Este fue el viaje internacional del papa número 44 en sus 10 años y medio de pontificado.
JRB