En la basílica de Notre Dame de la Garde, el Francisco es recibido por el cardenal arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline, y el rector. Una vez dentro, el Papa pasa unos momentos en oración ante una imagen de Nuestra Señora de la Guardia.
Tras escuchar lecturas de los Salmos y del Antiguo Testamento, el Papa Francisco saluda y ofrece una oración a la Virgen.
La Basílica también es conocida como la Buena Madre, ya que ha sido símbolo de esperanza y protección para marineros, pescadores y marselleses. Fue consagrada en 1864.
Inmediatamente después, el Papa se desplaza al Monumento dedicado a los Héroes y las Víctimas del Mar, construido en 1923. Allí se reúne con diferentes líderes religiosos y varias delegaciones.
Escucha la lectura de un joven migrante y las intenciones de oración dirigidas por diferentes organizaciones, entre ellas Cáritas. Al final, el Papa deposita una corona de flores ante el monumento con dos migrantes y líderes religiosos.
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