El Vaticano recibió a los reyes de Bélgica como corresponde a un jefe de Estado. Ambos atravesaron los suntuosos pasillos del Palacio Apostólico escoltados por la guardia suiza hasta llegar al lugar del encuentro con el papa.
Los reyes regalaron a Francisco una obra de cerámica hecha por un artista belga que representa al Buen Pastor. El papa, como suele hacer en estos casos, le entregó a los soberanos su Mensaje por la Paz de este año.
La reina Matilde recurrió al llamado “privilegio del blanco” del que gozan las soberanas católicas. Eso les exime de la obligación protocolaria de vestir de negro ante el pontífice.
Tras despedirse del papa ambos se reunieron con el ministro de exteriores Vaticano, Paul Richard Gallagher. Allí hablaron sobre la guerra en Ucrania y la situación de África. El rey Felipe de Bélgica, cuyo país fue una potencia colonial allí, ha sido el primer soberano en lamentar los abusos cometidos por sus connacionales en el pasado.
PA
