En su último día en Mongolia, el papa Francisco fue recibido por dos niños vestidos con atuendos tradicionales en el exterior de la 'Casa de la Misericordia'.
Una vez dentro, el director del centro le dio la bienvenida al pontífice y le explicó la misión de la casa.
Hemos creado una casa donde todos son bienvenidos. Nuestra esperanza es crear un lugar de acogida para personas vulnerables, especialmente mujeres y niños, para que puedan reunirse en un ambiente de amor y sentirse valorados, seguros y en paz.
Tras escuchar los testimonios de una religiosa y una mujer con discapacidad, un grupo de jóvenes de instituciones educativas católicas interpretó una canción.
Un niño le regaló una foto al pontífice. En el reverso del marco estaba escrito: "Te queremos papa Francisco".
En su discurso, el papa describió la 'Casa de la Misericordia' como un ejemplo concreto de servicio a los demás. Explicó que el verdadero progreso de un país se mide en su dedicación para proporcionar centros de atención sanitaria y educación a su pueblo.
FRANCISCO
El verdadero progreso de las naciones, de hecho, no se mide por su riqueza económica y mucho menos por lo que invierten en el engañoso poder de los armamentos, sino por su capacidad para proveer salud, educación y crecimiento integral del pueblo. Por ello, me gustaría animar a todos los ciudadanos mongoles, conocidos por su generosidad y capacidad de abnegación, a que se dediquen al voluntariado, poniéndose a disposición de los demás.
Para vivir este servicio, el papa disipó tres mitos: que es necesario ser rico para prestar ayuda, que solo cuenta el dinero y que la caridad se hace con fines proselitistas.
FRANCISCO
Hay que disipar un segundo mito: el de que la Iglesia católica, que se distingue en todo el mundo por su gran compromiso con las obras de promoción social, hace todo esto por proselitismo, como si ocuparse del otro fuera una forma de persuasión para atraer "al propio bando". No.
Al final del encuentro, Francisco inauguró la Casa, bendiciendo la placa conmemorativa de su visita. También regaló al director una imagen de la Virgen con el Niño.
Tras abandonar la Casa de la Misericordia, el papa se dirigió al aeropuerto internacional de Ulán Bator. Allí, se despidió de la ministra de Asuntos Exteriores y embarcó en el avión para el vuelo de 11 horas de regreso a Roma.
KG
TR: CA