La paz, la guerra y la libertad religiosa fueron algunos de los temas principales del primer discurso público del papa Francisco durante su viaje a Mongolia.
El pontífice habló en el Palacio de Estado ante las máximas autoridades del país. Antes se reunió con el presidente y le dio una copia autentificada de una carta conservada en los Museos Vaticanos. La misiva se remonta al año 1246, cuando el tercer gobernante de Mongolia escribió al papa Inocencio IV como respuesta a la visita de los enviados del pontífice.
Después del encuentro, el papa Francisco elogió la protección que Mongolia brinda a la libertad religiosa.
FRANCISCO
Ha sido, por tanto, casi natural para vosotros llegar a la libertad de pensamiento y a la libertad religiosa, defendidas en vuestra actual constitución, superada, sin haber llegado al derramamiento de sangre, la ideología atea que creía deber extirpar el sentimiento religioso, al que retenía como un freno al desarrollo. Hoy reconocéis ese valor esencial de la armonía y de la sinergia entre creyentes de distintos credos.
Nunca antes un papa había hablado en un país que está entre dos gigantes: Rusia y China. El papa, alabó a Mongolia por su postura ante las armas nucleares. Luego reiteró su mensaje por una política internacional más fraterna.
FRANCISCO
Querría destacar también vuestra determinación para detener la proliferación nuclear y presentarse ante el mundo como país sin armas nucleares.
Que pasen de largo las nubes oscuras de la guerra, que sean apartadas por la voluntad firme de una fraternidad universal en las que las tensiones se resuelvan a través del encuentro y del diálogo.
El papa animó a las autoridades locales a promover políticas que defiendan la dignidad humana y después se desplazó a uno de los encuentros pastorales del viaje: a reunirse con obispos, sacerdotes, religiosos y catequistas residentes en el país.
AT
JRB