El 16 de agosto varios grupos islámicos quemaron 21 iglesias en Pakistán. También profanaron templos y organizaron varias manifestaciones contra ellos.
Lo que originó esta reacción tan agresiva fue una acusación de blasfemia contra Saleem Masih, un cristiano que presuntamente arrancó páginas del Corán y escribió contra Mahoma. Sin embargo, la acusación parece contradictoria: el joven Masih es analfabeto.
SHAHID MOBEEN
Pontificia Universidad Urbaniana (Roma)
No sabe leer ni escribir porque tiene un origen socioeconómico muy humilde y no fue a la escuela.
Por lo que alguien ha manipulado los papeles para preparar este ataque contra los cristianos.
El profesor Shahid Mobeen recuerda que las acusaciones de blasfemia en Pakistán son una clásica arma arrojadiza usada contra los cristianos para resolver rencillas personales, no religiosas.
SHAHID MOBEEN
Pontificia Universidad Urbaniana (Roma)
Me enteré de que había un conflicto por razones económicas entre el Sr. Saleem Masih y algunos musulmanes del barrio que querían acusarle y vengarse de esta manera.
El presunto delito de blasfemia originó una reacción brutal que terminó con la quema de iglesias. El obispo Azad Marshall, entristecido, escribió un tuit en el decía que le fallaban las palabras al ver lo que estaba sucediendo.
Al día siguiente tanto él como el presidente de la Conferencia Episcopal pakistaní, Joseph Arshad, fueron en persona a visitar la zona afectada. Dentro de las iglesias encontraron imágenes de la Virgen profanadas. Shahid Mobeen pudo hablar con el arzobispo católico.
SHAHID MOBEEN
Pontificia Universidad Urbaniana (Roma)
Me informó que la situación es muy grave y los cristianos de la diócesis y de la nación no se sienten seguros en este momento.
Casi 50 familias de los pueblos de los alrededores, al no sentirse seguras en casa, se escondieron en campos abiertos donde dormían las mujeres y los niños mientras los hombres se turnaban para hacer guardia.
Poco después de que se produjese el incidente, llegó la respuesta del primer ministro pakistaní. Dijo que se tomarían medidas severas contra aquellos que violen la ley y se dirijan a las minorías.
Sin embargo esto no resuelve el problema de la acusación de blasfemia cuya pena máxima es la muerte. Las leyes de Pakistán no amparan a las minorías no musulmanas.
SHAHID MOBEEN
Pontificia Universidad Urbaniana (Roma)
Todos son condenados a muerte en cuanto son acusados de blasfemia y llevados ante un tribunal. Hasta ahora no se ha ejecutado ninguna sentencia. Ahí está la diferencia. Y lo único es que Pakistán no dispone de instrumentos jurídicos suficientes para verificar la falsedad o veracidad de las acusaciones. Y en estos casos, como ayer, la turba enfurecida se toma la justicia por su mano y comete estos actos ilegales y criminales.
Otro caso similar es el de Faraz Pervaiz, un cristiano acusado de blasfemia por un musulmán que intentó convertirle al islam en el aeropuerto.
FARAZ PERVAIZ
Cristiano perseguido y activista
Durante un viaje a Malasia, esa persona trata de convencerme de aceptar el Islam. Así que me niego. Y allí tuvimos una charla muy agitada. Tuvimos un muy mal intercambio de palabras.
Faraz tuvo que huir de Pakistán, pero sigue en peligro. Una vez una persona lo reconoció y le grabó con el teléfono. Reveló su ubicación y el vídeo se hizo viral. Varios grupos radicales ya pusieron precio a su cabeza.
FARAZ PERVAIZ
Cristiano perseguido y activista
Ellos ya anunciaron 400.000 USD por mi cabeza. 400,000 USD. Quienquiera que me mate, recompensarán con 400.000 dólares a esa persona.
La situación de Pakistán es compleja. Los cristianos son solo el 1,6% de la población y están muy expuestos a sufrir abusos por la acusación de blasfemia. En el día a día muchos cristianos experimentan discriminación e incluso persecución. Y los casos de Faraz o Salem no son los únicos. Se suman a otros famosos como los de Ashfaq Masih o Asia Bibi.
CA / JRB