La guerra en Ucrania ha provocado 14 millones de refugiados y casi la mitad de ellos no ha abandonado el país. Son 6 millones y muchos de ellos sobreviven gracias la ayuda humanitaria que les llega en medio del caos de la guerra.
Por ejemplo, la Comisión Católica Internacional de Migración es una de las muchas organizaciones de la Iglesia que están apoyando proyectos de acogida de refugiados. Su secretario general es monseñor Robert Vitillo, quien recuerda lo mucho que le impactó ver los efectos de la guerra en los niños.
MONS. ROBERT VITILLO
Secretario General de la Comisión Católica Internacional de Migración
Visité muchos de los centros que la Iglesia ha puesto a su disposición y escuché a los niños hablar de muchos de sus miedos. De cómo se despertaban por la noche porque oían las bombas, de cómo algunos de ellos habían visto a otras personas morir durante los bombardeos. De lo mal que se sentían de haber abandonado sus hogares y de lo mucho que querían volver a ellos, aunque algunos sabían que sus casas ya habían sido destruidas.
La organización representada por monseñor Vitillo apoya las llamadas Casas de la Misericordia. Atienden a los desplazados internos. Una de sus estructuras está en Chortkiv. La dirige la hermana Josephata, quien cuida de un grupo de niños abandonados durante la guerra. En la casa intenta recrear un ambiente familiar donde puedan crecer.
MONS. ROBERT VITILLO
Secretario General de la Comisión Católica Internacional de Migración
Creo que es muy importante que, si Ucrania vuelve a la paz, implemente estos pequeños modelos de atención familiar. Y también que proporcione apoyo social a los padres biológicos. Algunos de ellos han dejado a sus hijos en estas instituciones porque no podían permitirse alimentarlos.
Otra Casa de la Misericordia es dirigida por Tetiana Dubyna, quien se dedica a niños con necesidades especiales. Debido al conflicto, la casa también ha recibido a víctimas de otros tipos de violencia. Aunque la casa recibe a muchas personas, Monseñor Vitillo se sorprendió con el trato que les ofrecía Tetiana.
MONS. ROBERT VITILLO
Secretario General de la Comisión Católica Internacional de Migración
Conocía íntimamente a todos y cada uno de los niños, ancianos y adultos que necesitaban atención allí. Había varias mujeres jóvenes que habían sido víctimas de violencia sexual y de género, algunas habían sido violadas y a veces habían nacido niños como resultado de esa violencia. Ella las atendía para curar sus heridas, tanto psicológicas como físicas, además intentaba ayudarlas a desarrollar una relación con los niños.
Monseñor Vitillo admira el trabajo que las Casas de la Misericordia realizan para los desplazados. Asegura que sus frutos son visibles, especialmente en los niños que en estos hogares han conseguido recuperar la sonrisa.
PA